El arquitecto del correo electrónico moderno

El desarrollo del email es uno de los hitos más influyentes en la historia de Internet. Y en el centro de ese avance está Ray Tomlinson, ingeniero de BBN Technologies, a quien se atribuye la creación del primer sistema de correo electrónico entre máquinas conectadas en red.

Antes de Tomlinson, existían mecanismos rudimentarios de mensajería dentro de un mismo ordenador. Su innovación consistió en permitir enviar mensajes entre usuarios que trabajaban en máquinas distintas, conectadas a través de ARPANET, el precursor de Internet. Este salto conceptual transformó la comunicación técnica en una forma de interacción humana global.

Para que este sistema fuese posible, era necesario definir una estructura clara para identificar a cada usuario en cada máquina. Tomlinson resolvió este desafío con una elección brillante y aparentemente simple: el símbolo @.

La @: una decisión que cambió la historia

Tomlinson necesitaba un carácter que no apareciera habitualmente en los nombres de usuario y que, a la vez, señalara de forma intuitiva la relación entre la persona y el sistema al que pertenecía.

Eligió la arroba por una razón elegante: el mensaje iba dirigido a un usuario en un servidor concreto.

Así nació la sintaxis usuario@máquina, que más tarde se convertiría en usuario@dominio. La @ cumplía todos los requisitos: era infrecuente, clara y semánticamente coherente. La estructura que diseñó Tomlinson perdura hoy sin cambios, usada miles de millones de veces al día en todo el mundo.

Su aportación definió no solo un estándar técnico, sino la gramática básica de la identidad digital.

Un sistema brillante… pero sin evidencia probatoria

El diseño de Tomlinson dio al mundo un sistema de comunicación rápido, interoperable y universal. Con el tiempo, el email se convirtió en el primer gran canal asíncrono de la historia, fundamental para negocios, administraciones y usuarios de todos los países.

Pero había un límite estructural: el correo electrónico, tal como fue creado, no incluía mecanismos de prueba jurídica.

El Simple Mail Transfer Protocol (SMTP RFC 5321), el protocolo que define y regula el email, permite enviar, reenviar y recibir mensajes. Sin embargo, no fue concebido para:

  • acreditar legalmente el contenido enviado,
  • demostrar de forma verificable la entrega,
  • fijar de manera indiscutible la fecha y la hora de la transmisión,
  • ni identificar con garantías a las partes implicadas.

Es decir: Tomlinson creó la comunicación, pero no la evidencia de la comunicación.

De la entrega a la prueba: la evolución natural del email

Décadas después, la digitalización masiva de trámites, contratos y gestiones legales hizo evidente una necesidad: dotar al email de seguridad jurídica sin alterar su simplicidad original.

Esta evolución llegó mediante los servicios de entrega electrónica certificada (ERDS), como los que implementa eEvidence. Su función es clara: convertir el correo electrónico convencional en un medio certificable, capaz de generar prueba verificable del envío, del contenido y de la entrega.

Mientras Tomlinson nos dio el método para enviar mensajes a través de la red, la certificación moderna del email aporta:

  • huellas criptográficas para garantizar integridad,
  • sellos de tiempo para establecer el cuándo,
  • registros técnicos verificables del trayecto del mensaje,
  • y un documento de evidencia que no puede alterarse.

Así, la arquitectura original del email recibe la pieza que le faltaba para ser plenamente fiable en entornos empresariales y jurídicos: la prueba fehaciente.

Ray Tomlinson sentó las bases de la comunicación digital moderna con una idea que parecía simple, pero que cambió el mundo: enviar mensajes entre máquinas usando un identificador universal basado en la @.

Hoy, más de medio siglo después, esa idea sigue intacta.

La evolución natural del email —la incorporación de mecanismos de certificación y evidencia jurídica— no reemplaza la creación de Tomlinson, sino que la perfecciona. Sobre aquella arquitectura ligera e interoperable se ha construido una capa de confianza, trazabilidad y validez legal, imprescindible en la era digital.

El legado de Tomlinson no solo perdura: se ha reforzado.

El email ya no es solo comunicación. Es comunicación verificable.


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